La Tabla Periódica de los Elementos; guerras, nazis, molibdeno y wolframio

Molybdenum

Hacía tiempo que no escribía en esta entrada de «La tabla periódica», y sin duda es una de mis favoritas; por lo que no deseo dejarla desatendida.

Al leer sobre la historia y «desarrollo» de algunos de los elementos presentes en la tabla, me doy cuenta de que gran parte de ellos están íntimamente ligados a épocas y sucesos bélicos, conflictos de intereses y guerras. Quizás (no lo se) sea ese el origen de la «quimiofobia» que vivimos en la actualidad, esa reticencia a la química que se destila en ciertos mensajes (que muchas veces no son ciertos) y en ciertos grupos o sectores poblacionales o empresariales.

Dicho esto, es cierto y son muchos los ejemplos o usos que se les han dado, a un gran número de elementos de la tabla periódica con fines destructivos; desde los metales para la fabricación de fusiles o bertas (por ejemplo), pasando por la «gama de los gases» y acabando con las bombas de bromo, uranio, plutonio etc. Realizando esta entrada no menos aterradora, le he encontrado ese, probable sentido, a la aversión o miedo ante la química; puesto que ésta ha demostrado a lo largo de la historia el poder que puede llegar a albergar…

Hoy en «La tabla periódica» vamos a analizar el wolframio y  el molibdeno; como no, de la mano de Sam Kean y su obra, «La cuchara menguante».

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Y es que la participación del molibdeno en los fines bélicos de la humanidad se remonta a antes de la 1ª guerra mundial. Un famoso fabricante por aquel entonces, de nombre Krupp, encontró una receta que reforzaba el acero (a pesar de que históricamente no fue el primero): añadirle un poco de molibdeno.

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Este elemento puede resistir altas temperaturas ya que se funde a nada menos que 2600°C, miles de grados por encima del Fe, sus átomos son más grandes (a veces cuanto más grande mejor) y tardan más en excitarse que los del hierro de modo que absorben más calor. Y cuál era su aplicación? Pues bien, esto permitía a las bertas (Grand Bertha) de los alemanes lanzar misiles a grandes distancias, sin que la berta quedase hecha añicos por el estallido inicial. Maquinaría pesada que era cara de construir. Cuando al acero le unían un poco de molibdeno, éste «pegaba» los átomos del hierro y los hacía mucho más resistentes.

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Conductividad térmica del wolframio y molibdeno, en comparación con el cromo.


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Bertas

Por lo que surgió una nueva necesidad/problema; los alemanes no tenían minas de molibdeno para la fabricación de bertas y otras maquinarias pesadas. De hecho el único suministro de este elemento se encontraba, por aquel entonces, en una mina de Barlett Mountain, Colorado. De modo que los alemanes, a través de una empresa llamada «Metallgesellschaft» (sí, alemana) no tardaron en llevar la mina a la ruina, cargándola con gastos insostenibles para su economía y amenazando a sus empleados. Otis King, dueño de la mina por aquel entonces, se vio en la obligación de llegar a un acuerdo, sin saber exactamente porque querían su mina, ni el uso que le darían al elemento en cuestión.

De este modo Alemania, poseía molibdeno en una mina situada en territorio Aliado, antes de 1917.Fue en aquel año cuando los aliados a través de fundir las armas, descubrieron que éstas contenían molibdeno de las Rocosas.

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Para cuando reaccionaron interviniendo a la empresa alemana y consiguieron bloquear sus transacciones, era demasiado tarde y las bertas estaban listas en Alemania. Por lo que gran parte de este elemento acabo formando parte de la artillería mortal, que teñía con un velo aún más sangriento las guerras que frecuentaban.

Cuando comenzó la 2ª guerra mundial, el molibdeno fue sustituido por otro elemento, que se encuentra justo debajo de él en la tabla; el tungsteno o wolframio (W). Los nazis alemanes querían wolframio para fabricar maquinaria y misiles capaces de atravesar blindajes. Y es que el wolframio es uno de los metales más duros que se conocen. Cuando lo añadían al acero, obtenían brocas y cabezales de excelente calidad. A las puntas (de bala por ejemplo) con una aleación de wolframio se las denominaba: «penetradores de energía cinética», ahí queda eso.

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Al estar debajo del molibdeno en la tabla, tiene propiedades similares, pero cuenta con un número mayor de electrones, por lo que se funde a 3400°C (la imagen anterior era de conductividad térmica, no Tª de fusión). Además al poseer un átomo más pesado que el molibdeno, el wolframio proporciona una fusión o anclaje mejor, con los átomos de hierro.

«Si en un gas funciona bien un elemento como el cloro, en los metales lo que se busca es la solidez del wolframio».

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Y como obtenía Alemania el wolframio??? Pues de un país neutral, al menos en teoría; Portugal. Y digo en teoría porque Portugal le había cedido una base muy valiosa a los Aliados, en las islas Azores. Sin embargo, Antonio Salazar dictador del país por esas fechas, toleraba que en su propio gobierno hubiera simpatizantes de los nazis y proporcionaba refugio a los espías del Eje que así lo deseaban. Y fue esa «neutralidad» la que le permitió enviar miles de toneladas de wolframio a Alemania, obteniendo unas ganancias maravillosas.

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Antonio de Oliveira Salazar y Francisco Franco.

De hecho el propio Hitler ordenó a sus ministros que reunieran tanto wolframio como pudiesen y mandó que fuera transportado en trenes. El wolframio se enviaba desde Portugal, y pasaba por la España fascista, otro país «neutral» (já!) y posteriormente por la conquistada Francia hasta llegar a Alemania. Cual viaje de «El señor de los anillos» a Mordor.

De este modo Alemania poseía misiles con puntas de wolframio; capaces de destruir el más robusto de los tanques.

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Cómo se puede ver, la historia de algunos de los elementos y la tabla periódica están en parte ligadas a la historia bélica, y al uso de los conocimientos en estas materias por parte de los cargos del poder normalmente, con el fin de marcar una superioridad y un avance que les permitiese destacar por encima del resto y marcar las diferencia entre ganar y perder.

Ésta es sólo parte de la historia, puesto que muchos de los elementos de los que sólo abordamos «la parte morbosa», son utilizados en la actualidad con diferentes fines, ya sean el automovilístico, informático, mobiliario o de cualquier sector con muy variados usos, como estas puntas de destornillador que contienen molibdeno. Objetos y útiles que empleamos frecuentemente y nos facilitan muchas labores, de todos los tipos.

puntasPero seamos sensatos; yo busco visitas, algún comentario, algún usuario interesado, y sé que la polémica y el morbo, en este caso en vez de vender, da visitas. No, no… no es solamente eso… reconozco que me apasiona, y creo que os resultara igualmente interesante, o al menos esa es mi intención. Salud2 y hasta la próxima entrega!

Franco con Hitler en Hendaya

Franco y Hitler en Hendaya

7 Respuestas a “La Tabla Periódica de los Elementos; guerras, nazis, molibdeno y wolframio

  1. Interesante la entrada y educativa. De tu mención a la quimiofobia, he de reconocer que en lo conveniente a la alimentación estoy totalmente en contra. La razón es obvia. Si entendemos y comprendemos el único objetivo de cualquier empresa, seremos capaces de ver la realidad de la industria alimentaria, que como industria que es, sólo busca un objetivo, el económico. En cuanto a la química añadida a la alimentación nos hemos de preguntar qué nos aporta, qué aporta al alimento añadir amonio u otros. La única respuesta en conservar los alimentos por más tiempo, y eso no aporta nada más que beneficios al que procesa tales alimentos, no al que los consume. Los defensores de ésto, los químicos que lo abalan, se afanan en alabar las bondades estas sustancias venenosas y de desprestigiar al que habla mal de ellas apoyados en sus títulos académicos y el prestigio que da el poseer uno. Y digo veneno, porque he escuchado a más de uno dar semejante explicación; *»los químicos que se utilizan como conservantes son como los venenos, en cantidades pequeñas no son nocivos»*. Pero desde el punto su vista es hasta loable, por eso de que no tires piedras al que te da de comer. Si te molestas -usuario que lea ésto- en indagar un poco, descubrirás que algunos de los E (así los llaman, supongo que por no escandalizar al consumidor llamándolo amonio por citar alguno) están prohibidos en EE.UU, (Francia y Australia son otros ejemplos) y para que el país más «liberal» del planeta prohíba uno de estos elementos ya ha de ser por motivos de peso. E colmo llega con los productos alimentarios (fíjese que uso el termino **producto**) llega con los agentes colorantes que fin ya no es siquiera conservar sino *embellecer* el **producto**. Un ejemplo de ésto lo encontramos en algunas marcas comerciales de pipas de calabaza que añaden a las pipas E-171 (Bióxido de titanio) sólo con el fin de que estén más blancas y atraigan la atención de un consumidor que ante tal blancura cree que es mejor producto que las del al lado, que están un poco mas ennegrecidas por el tostado. El Bióxido de titanio puede bloquear la respiración celular, en especial en riñones e hígado. Y así con un largo etcétera. Alabando y utilizando el progreso, o mejor dicho, infundiendo el temor de quedarnos atascados y no progresar (al parecer el mundo empresarial es la única forma de progreso posible), nos venden veneno como parte indispensable de ese progreso que se hace totalmente imprescindible y en el que hemos de avanzar para no caer en decadencia, y lo aceptamos porque nadie quiere caer en decadencia. Es tan fácil de entender que precisamente reside en ello el que no se le de prestigio, a saber; la empresa W *fabrica* un producto Z. El producto Z le cuesta 10€ fabricarlo y distribuirlo directamente en las ciudades donde lo comercializa. Sin embargo, si centra toda su producción en una sola fabrica y luego lo distribuye por toda la geografía, el producto le cuesta 2€, el transporte 3€, reduciendo el coste a la mitad y sacando más beneficio. El problema con el que se encuentran es que ese producto una vez llegado al destino no está en condiciones de ser comido por el tiempo transcurrido desde su *producción* y llegada a su destino, ¿la solución? el conservante químico. ¡Viva el progreso! Otro ejemplo lo podemos tomar de lo que conocemos por «jamón de york». Lo que empezó siendo una pata de cerdo cocido, a degenerado en un *producto* en e que en el mejor de los caso nos encontramos que comeremos un 52% de carne de cerdo, siendo el resto de *ingredientes* féculas varias y transgénicas, almidones y como no, sus potenciadores del sabor, colorantes y conservantes artificiales. La lógica **empresarial** es simple; ahorro en costes, en este caso en la carne de cerdo que es el ingrediente más caro del producto, y para llegar a la cantidad de 250 gramos, utilizo 150 gramos de carne y el resto de féculas para llegar a los 250 gramos. Para que no se note la diferencia le añado potenciadores del sabor, y para que el producto no se degrade por el proceso lo atiborro de conservantes químicos. Máximo beneficio. Y ahora llamarme alarmista, conspiratorio y demás adjetivos por criticar algo tan obvio.
    Saludos.

    • Hola lordgault y gracias por tu apreciación; no seré yo quien te tache de alarmista, ni conspiranoico por un comentario en buen tono y exponiendo tus ideas. Como se puede leer en el post; hago alusión a la «quimiofobia» en general, sin matizar y sin aludir al sector alimentario (de hecho el post no va de eso) pero bueno ya puestos, hablemos de alimentación, química e industria alimentaria, que como bien sabes son diferentes conceptos aunque puedan estar relacionados. Y he de reconocer que disiento en algunos matices, en cuanto a tu escrito;

      «En cuanto a la química añadida a la alimentación nos hemos de preguntar qué nos aporta, qué aporta al alimento añadir amonio u otros. La única respuesta en conservar los alimentos por más tiempo, y eso no aporta nada más que beneficios al que procesa tales alimentos, no al que los consume.Los defensores de ésto, los químicos que lo abalan, se afanan en alabar las bondades estas sustancias venenosas y de desprestigiar al que habla mal de ellas apoyados en sus títulos académicos y el prestigio que da el poseer uno. Y digo veneno, porque he escuchado a más de uno dar semejante explicación; *”los químicos que se utilizan como conservantes son como los venenos, en cantidades pequeñas no son nocivos”*. Pero desde el punto su vista es hasta loable, por eso de que no tires piedras al que te da de comer.»

      Pues esa frase no tiene ni pies ni cabeza para mi; puesto que los venenos (que se pueden encontrar en la fauna y en la flora), precisamente pueden ser muy nocivos en cantidades muy pequeñas, y son naturales; que no quiere decir que sean beneficiosos para nuestra salud, que creo que es al final, de lo que estamos hablando en el fondo. De hecho la frase, debería ser, con tu permiso; » los químicos que se utilizan como aditivos son como los venenos, en cantidades pequeñas no son nocivos» ya que los conservantes son solo una de las «gamas», o de las funciones, que es conservar los alimentos y hay otros cómo mencionas más adelante que son colorantes, otros edulcorantes (pregunta a los diabéticos si no son útiles…), saborizantes, estabilizantes, espesantes o que se emplean en su proceso de producción, entre otros, por lo que limitar su función a la de conservar me parece algo injusto. De hecho, probablemente tú te habrás beneficiado de esa conservación de los alimentos, que te permite tomar alimentos de otras culturas y lugares del mundo sin moverte de tu ciudad (por ejemplo). Humildemente creo que te equivocas (si he entendido bien la frase) si piensas que la industria alimentaria es la que da de comer a la química; y nadie niega que haya ingresos importantes de por medio. A la química no le da de comer la industria alimentaria cual amo a su perro, sino que la alimentación no es más que un sector más para algo que abarca tanto como la Química (al menos en mi opinión y que conste que no soy químico, por si acaso)

      «descubrirás que algunos de los E (así los llaman, supongo que por no escandalizar al consumidor llamándolo amonio por citar alguno) están prohibidos en EE.UU, (Francia y Australia son otros ejemplos) y para que el país más “liberal” del planeta prohíba uno de estos elementos ya ha de ser por motivos de peso.»

      Esto sí me parece un despiporre, y me mosquea que no haya un consenso general, y que dependiendo del país en el que vivas estén permitidos unos aditivos y otros no, eso sí es frustrante y genera confusión. Eso me parece innegable y habría que solucionarlo. Pero también te digo que el hecho de que EEUU haga algo, no quiere decir que tenga que ser el ejemplo a seguir, y sino mira su pésima sanidad , en el país numero 1 en el mundo… ¿Eso quiere decir que tenemos que hacer lo que ellos hagan y ese es el argumento de peso? De hecho ellos también permiten otros aditivos supuestamente conflictivos digamos… para mi, craso error; lo que hay que hacer (y se hace en cierto modo…) es revisar, revisar y revisar, hacer estudios clínicos, resolver Health claims, y el que provoque patologías a corto o largo plazo o un impacto negativo retirarlos y prohibirlos si es que están en circulación, porque lo CORRECTO es asegurarte antes del impacto que va a tener lo que vas a introducir en la población. Muchos de los aditivos alimentarios tienen dosis diarias máximas que son admisibles o seguras, asegurando que no afectan negativamente, y resulta casi imposible llegar a esas dosis máximas en muchas ocasiones (ni estando comiendo todo el día) y otros no tienen riesgo alguno. Por otra parte lo ideal es educar a la población, para que sea capaz de llevar a cabo una buena alimentación y dejarse de modas, marcas y productos x.

      «Lo que empezó siendo una pata de cerdo cocido, a degenerado en un *producto* en e que en el mejor de los caso nos encontramos que comeremos un 52% de carne de cerdo, siendo el resto de *ingredientes* féculas varias y transgénicas, almidones y como no, sus potenciadores del sabor, colorantes y conservantes artificiales. La lógica **empresarial** es simple; ahorro en costes, en este caso en la carne de cerdo que es el ingrediente más caro del producto, y para llegar a la cantidad de 250 gramos, utilizo 150 gramos de carne y el resto de féculas para llegar a los 250 gramos. Para que no se note la diferencia le añado potenciadores del sabor, y para que el producto no se degrade por el proceso lo atiborro de conservantes químicos. Máximo beneficio.»

      Evidentemente yo no estoy a favor de las triquiñuelas que se realizan en la industria alimentaria con el fin de ahorrar costes y sacar un producto que simplemente cumpla con la normativa, con el fin de maximizar beneficios; es ahí donde entra en juego el consumidor; al fin y al cabo en la industria alimentaria, como en todo, el producto que vende permanece y el que no, desaparece con el tiempo (como una especie de selección natural en la Biología, al menos a mi modo de ver) y si hemos llegado a este punto probablemente es por nuestro afán capitalista y por querer lo que tiene el de al lado. El consumidor es el que debe elegir el producto (y hay que velar porque no se juegue con el desconocimiento, cosa que se hace en la industria alimentaria en mi opinión).
      Pero esto no me hace echar por tierra o no ser consciente de los beneficios y la aplicación y uso que tiene la química en el sector alimentario, ni los aditivos alimentarios con diversas funciones, unas más útiles, otras más estéticas, y otras más sensoriales… ni tanto, ni tan calvo.

      Espero haberte respondido con la misma sinceridad. Y de nuevo, gracias por tu jugoso comentario.

      • De nada y perdón por mi error; asumí que al referirte a «quimiofobia» tendría algo que ver con el tema de la alimentación. En cuanto a lo de «veneno y conservantes/aditivos» pues sí, y aunque no esté de acuerdo con el significado que se le da a «aditivo», la RAE no deja duda, a saber; 4. m. Sustancia que se agrega a otras para darles cualidades de que carecen o para mejorar las que poseen. Sigo opinando que esos «aditivos» mejoran más la cartera del fabricante que cualquier otro supuesto beneficio que quieren otorgarle.
        Por supuesto que no no todos los químicos trabajan para la industria alimentaria al igual que no todos los médicos en la seguridad social. Aunque si muchos, he incluso en exclusiva cuando no como segundo trabajo, ejemplo; todas las cadenas de supermercados que poseen producción propia de alimentos han de tener un químico en cartera, que es el responsable de garantizar la «seguridad· en el proceso de elaboración del producto, es decir, que se use el «aditivo» correcto y lo más importante en su cantidad correcta. A ellos es a los que me refiero cuando digo que existen defensores de esta practica, de la química en alimentos.
        En lo de EE.UU parecernos a ellos no, es lo último que querría. Lo que quería expresar y es probable que no haya hecho bien, es que si un país como EE.UU, que es summun del «liberalismo», en el que las empresas tienen poder para hacer y deshacer a su antojo prácticamente sin control alguno, prohíben algunos conservantes, cómo han de ser de nocivos.
        Qué me he favorecido alguna vez de un producto de otro país es obvio que sí. Entre otras cosas nadie nace con conocimiento, éste se adquiere con el tiempo y si uno se esfuerza por tenerlo, que no es gratis. Pero ahora, conociendo un poco más cómo funciona y sabiendo que de los «productos» que nos ofrecen siquiera el 2% o menos son realmente necesarios para alimentarse, prefiero evitar en medida de lo posible cualquier preparado alimentario que tenga como aditivo algún químico y si no es posible, al menos que sea alguno de los probados inofensivos o inocuos.
        Y bueno, lo ideal es, cómo bien dices, que sea el consumidor el que elija y así conseguir ese tan alabado equilibrio natural tan darwiniano, pero no es así. El consumidor ante las estanterías de un supermercado es un ignorante intentando jugar al ajedrez con el campeón del mundo. Podría aludir a que se deja engañar por la publicidad y más, pero me vasta con aludir que ante l «economía familiar» no hay rival posible; si me gasto 50€ en la comida, mejor que 100€. Ahí no hay selección natural que valga. La industria lo sabe y por medios pocos loables se encarga de ello, consiguiendo que los productos procesados sean más baratos que los no procesados y suma y sigue.
        Pues lo dicho, perdón por mal interpretar la quimiofobia y hasta la próxima entrada.
        Saludos.

        • La parte económica es innegable, está claro; y veo que se me ha entendido lo que quería decir con el equilibrio darwiniano en lo empresarial; que solo trataba de reflejar esa idea, aunque luego el mundo empresarial funcione diferente, como decimos.
          No te preocupes y gracias por tu reflexión lordgault!

  2. Pingback: Elementos químicos, guerras y alimentación | Más allá de la Red·

  3. Me encantó este post! Es un hecho indudable que la mayor parte de los avances científicos que se han hecho en la humanidad han sido a raíz de conflictos bélicos… Incluso, se dice que si los nazis hubiesen ganado la guerra, la ciencia hubiese avanzado de una manera flipante, o mejor dicho, acojonante!

    Para cerrar, te felicito por tu blog, te lo curras muy bien! Enhorabuena!

    Un saludo amigo bloggero 🙂

    • Hola Anastasia! Bienvenida de nuevo 😉 Siempre es un placer tenerte por aquí. La verdad es que disfruté mucho con este post y es uno de mis preferidos hasta la fecha. Realmente es imposible saber como sería el presente si ese pasado hubiese sido diferente; pero todo apuntaría a que, en lo científico, estaríamos más adelantados probablemente; ya que le daban una importancia vital a la investigación científica.
      Muchas gracias por tus palabras y vuelve pronto!

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